jueves, 22 de diciembre de 2011

Domingo en Buenos Aires

Ya no había forma de zafar,
el aire con denso olor a despedida...
Esos lapsos de viejos tangos,
que modernizan el dolor.

Viejos planes sustentando
el callar perfecto...
(el oído es sordo si el ojo no quiere ver)

Tragos que alivian males,
gargantas lastimadas,
despojos de curarse,
adicción a saliva, miel y tormenta.

Buenos Aires es siempre
buena idea para salvar,
salvar el alma de la melancólica
añoranza de olvidar.



La esquina perfecta,
el tango como dardo tranquilizante,
mesas trístes, vacías,
mesa para uno, bebida para dos, je -dijo el mozo.
(San Juan y Boedo, barrio cuervo, barrio tanguero, fue buena idea de domingo.)

3 comentarios:

Marián dijo...

La añoranza produce melancolía...
esos tangos...yo los recuerdo como nanas que me cantaba mi abuela algunas noche que no me podía quedar dormida...a veces le asomaba una lágrima...aún hoy mi abuela me enseña a sacar partido a la vida..."aprende a bailar bien el tango, hija"....

Ricardo Miñana dijo...

Un poema profundo, un placer leerte.
que estas fiestas tengas una feliz Navidad.
un abrazo.

Espérame en Siberia dijo...

Suena a que sí, que fue una buena idea de domingo.

Feliz Navidad, Facu.