Alejandro, era un chabón
que nunca tenía sexo, ni nada con una chica. ¡Ojo! no era feo pibe.
Tampoco era un galán de cine, pero se defendía. Obviamente para su
familia era como Di Caprio en Titanic o Brad Pitt en Troya (aunque él no era rubio), pero bueno, la cuestión es que su vida sexual no era lo que supuestamente debería.
El amor llega cuando tiene que llegar, buscarlo y forzarlo siempre
lleva al fracaso supremo. Esto es tan obvio como que el día del inicio
de la primavera va a estar de frío a fresco. Pero lo que no tiene
problema alguno es buscar a alguien para revolcarse un rato y olvidarse
en conjunto todo lo demás. Algo tan humano como tomar un té después de
llorar una tarde entera.
Una tarde, volviendo a su casa, se cruzó
con un compañero de facultad. Éste le dijo a nuestro Ale (al cual vió
medio depre) una invocación rara y antigua, por lo que nunca se animó a
comprobar. La misma consistía en ir al baño a las dos de la madrugada
(esta hora debe respetarse a la perfección, ya que a medianoche es hora
de invocación de Luzbel, y a las tres es la hora en la que los demonios
salen a cazar), poner tres velas blancas y tres rojas, apagar las luces y
repetir mirándo al espejo, en bolas, la siguiente combinación de
palabras: “Teta-Culo-Chichi” seis veces, y cada vez que se terminaba de
decir una, se apagaba una vela (el orden con que las mismas se apagan no
cambia la invocación).
Lo hizo al pie de la letra. Luego de soplar
la última vela, se abrió la puerta del baño y una chica linda peinada
con trenza apareció, totalmente desnuda. Ale se quedó mudo, no podía
creerlo. Ella, que no hablaba, lo tomó de una mano y lo llevó a una cama
(su cuarto no era su cuarto, al parecer se abrió un portal que lo llevó
vaya uno a saber a dónde). Garcharon, mucho. Hasta que él no quiso más.
Con cariño y con violencia. Con besos y mordidas. Luego, sin siestita
abrazados, ni nada de eso que está genial, ella lo agarró de la mano y
lo llevó de nuevo al baño y se fue. El chabón cruzó la puerta y se
encontró nuevamente en su habitación.
Al otro día, creyó que todo
era un sueño, pero sólo basto con ir al baño a cepillarse los dientes
para darse cuenta que había sido todo real. Allí estaban las velas
usadas y para su sorpresa un nuevo juego de seis velas, con una tarjeta
en la que había un beso estampado. Ale entendió que era un regalo para
que vuelva a hacer la invocación esa misma noche. Todo el día pensó en
ella, “ay, mi chica de la trenza…” y cosas así. Llegó la noche, se hizo
la hora y repetió la combinación de palabras: “Teta-culo-chichi”. Luego a
oscuras y en bolas esperó que apareciera ella. La puerta empezó a
abrirse, pero, para su sorpresa el que lo recibió fue su amigo de la
facultad. Vestido de traje a rayas, con sonrisa segura y confianzuda.
“Vení, Ale, firmemos el contrato”, dijo.
jueves, 26 de septiembre de 2013
jueves, 19 de septiembre de 2013
HISTORIAS NOCTURNAS
Escribir en las
noches para que los seres que la habitan te susurren sus buenas
historias enfermizas al oído. Como el viejo Gómez, que aprovechando su
alzheimer se metía en el departamento de sus vecinitas sensuales, que
siempre se paseaban en bolas. Otra breve historia es la que cuenta ese
muchacho que no tiene nombre, pero si cargo militar, que orgulloso me
decía que él había salvado al taxi de la ambulancia. No sabemos bien a
qué se refiere, porque se escuchó una sirena y un sonido a choque
violento. Acto seguido: saltar de la cama asustado. El taxi, según
parece se hizo mierda, así que vaya uno a saber a qué tipo de salvación
se refiere nuestro militar amigo.
Otras historias para no escuchar son las que cuenta el Dr. Sina, el cirujano plástico. Sina viene de: “sin anestesia”, así que se imaginarán que clase de cuentos cuenta el doctor. “Déjeme hermosa, doctor”, decían las pacientes. Luego de una cirugía sin la cantidad necesaria de anestesia, se encontraban horribles. El “doc” hacía retoques en sus narices con el fin de que se parezcan a sus animalitos preferidos. “Qué me hizo, doctor, parezco un cerdito”, lloraban las quejosas pacientes insatisfechas.
También está la loca de los novios. Es una muchacha que nunca se presentó, aunque le preguntamos infinidad de veces su nombre, nunca nos lo contó. Parece que no le gustaba hacerse conocer del todo. Cada loco con su tema. Le decíamos de esa forma porque cambiaba de novio como quien cambia de ropa interior. La cosa es así: empieza a salir con uno, se enamora, y da un prometedor futuro de felicidad. “Oh, mi hombre, gracias por quererme siendo fea”, “no sos fea, sos como los primeros rayos de sol de la primavera, radiantes y llenos de vida”. Gil.
Cuando ella se aseguraba de tenerlo bien enamoradito y agarrado de las pelotas empezaba a dejarlo. “Estás bien loquito, medio psicótico, busco otra cosa. Ninos.”
Una noche tuvimos una idea: hacer radio. Y así nació FM Intrasueño. Tenía su cortina musical y todo:
“Con pintadas que tiñen su piel,
ojos dorados que detienen el motor,
y una voz gruesa que cuenta
lo que pienso.
(Y, el general escondido tras el velo...)
Vuelta acá, despertar con luz azul
y mucho invierno.
Todo en perfecto silencio,
se corta el sueño.
Sabiendo que es sólo un momento.
Ojos miran fijo, tras el velo...
(dan interés, no temor...)
Y una voz gruesa que cuenta
lo que pienso...
Los engranajes dando cuerda...
la FM del intrasueño...”
Hablábamos de actualidad y cada uno tenía una columna con su especialidad. El Dr. Sina hablaba de salud, la loca de los novios de amor (aunque solía opinar de todo, ya que creía saber de todo), el General (sin nombre) trataba sobre el panorama internacional y el viejo Gómez de lo que podía. Yo era el conductor y lo hacía bastante bien pese a que nunca había conducido ningún programa.
Tuvimos éxito, pronto se corrió la bola del programa y aparecieron marcas con ganas de publicitar en nuestras tandas.
Ellos estaban chochísimos, yo feliz porque el programa crecía, pero no tanto por la plata de los sponsors porque el dinero en ese mundo no es el mismo que el que usamos nosotros, y ya no quedan casas de cambio para poder traerme alguito.
Me propusieron abrir una caja de ahorro en el banco del más allá, cosa de juntar lo que gane para cuando esté retirado de esta vida. Una especia de seguro para, el día que no esté en este mundo, tenga unos pesitos para empezar algún proyecto. Dicho y hecho. El futuro está allá.
Otras historias para no escuchar son las que cuenta el Dr. Sina, el cirujano plástico. Sina viene de: “sin anestesia”, así que se imaginarán que clase de cuentos cuenta el doctor. “Déjeme hermosa, doctor”, decían las pacientes. Luego de una cirugía sin la cantidad necesaria de anestesia, se encontraban horribles. El “doc” hacía retoques en sus narices con el fin de que se parezcan a sus animalitos preferidos. “Qué me hizo, doctor, parezco un cerdito”, lloraban las quejosas pacientes insatisfechas.
También está la loca de los novios. Es una muchacha que nunca se presentó, aunque le preguntamos infinidad de veces su nombre, nunca nos lo contó. Parece que no le gustaba hacerse conocer del todo. Cada loco con su tema. Le decíamos de esa forma porque cambiaba de novio como quien cambia de ropa interior. La cosa es así: empieza a salir con uno, se enamora, y da un prometedor futuro de felicidad. “Oh, mi hombre, gracias por quererme siendo fea”, “no sos fea, sos como los primeros rayos de sol de la primavera, radiantes y llenos de vida”. Gil.
Cuando ella se aseguraba de tenerlo bien enamoradito y agarrado de las pelotas empezaba a dejarlo. “Estás bien loquito, medio psicótico, busco otra cosa. Ninos.”
Una noche tuvimos una idea: hacer radio. Y así nació FM Intrasueño. Tenía su cortina musical y todo:
“Con pintadas que tiñen su piel,
ojos dorados que detienen el motor,
y una voz gruesa que cuenta
lo que pienso.
(Y, el general escondido tras el velo...)
Vuelta acá, despertar con luz azul
y mucho invierno.
Todo en perfecto silencio,
se corta el sueño.
Sabiendo que es sólo un momento.
Ojos miran fijo, tras el velo...
(dan interés, no temor...)
Y una voz gruesa que cuenta
lo que pienso...
Los engranajes dando cuerda...
la FM del intrasueño...”
Hablábamos de actualidad y cada uno tenía una columna con su especialidad. El Dr. Sina hablaba de salud, la loca de los novios de amor (aunque solía opinar de todo, ya que creía saber de todo), el General (sin nombre) trataba sobre el panorama internacional y el viejo Gómez de lo que podía. Yo era el conductor y lo hacía bastante bien pese a que nunca había conducido ningún programa.
Tuvimos éxito, pronto se corrió la bola del programa y aparecieron marcas con ganas de publicitar en nuestras tandas.
Ellos estaban chochísimos, yo feliz porque el programa crecía, pero no tanto por la plata de los sponsors porque el dinero en ese mundo no es el mismo que el que usamos nosotros, y ya no quedan casas de cambio para poder traerme alguito.
Me propusieron abrir una caja de ahorro en el banco del más allá, cosa de juntar lo que gane para cuando esté retirado de esta vida. Una especia de seguro para, el día que no esté en este mundo, tenga unos pesitos para empezar algún proyecto. Dicho y hecho. El futuro está allá.
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