Escribir en las
noches para que los seres que la habitan te susurren sus buenas
historias enfermizas al oído. Como el viejo Gómez, que aprovechando su
alzheimer se metía en el departamento de sus vecinitas sensuales, que
siempre se paseaban en bolas. Otra breve historia es la que cuenta ese
muchacho que no tiene nombre, pero si cargo militar, que orgulloso me
decía que él había salvado al taxi de la ambulancia. No sabemos bien a
qué se refiere, porque se escuchó una sirena y un sonido a choque
violento. Acto seguido: saltar de la cama asustado. El taxi, según
parece se hizo mierda, así que vaya uno a saber a qué tipo de salvación
se refiere nuestro militar amigo.
Otras historias para no escuchar
son las que cuenta el Dr. Sina, el cirujano plástico. Sina viene de:
“sin anestesia”, así que se imaginarán que clase de cuentos cuenta el
doctor. “Déjeme hermosa, doctor”, decían las pacientes. Luego de una
cirugía sin la cantidad necesaria de anestesia, se encontraban
horribles. El “doc” hacía retoques en sus narices con el fin de que se
parezcan a sus animalitos preferidos. “Qué me hizo, doctor, parezco un
cerdito”, lloraban las quejosas pacientes insatisfechas.
También
está la loca de los novios. Es una muchacha que nunca se presentó,
aunque le preguntamos infinidad de veces su nombre, nunca nos lo contó.
Parece que no le gustaba hacerse conocer del todo. Cada loco con su
tema. Le decíamos de esa forma porque cambiaba de novio como quien
cambia de ropa interior. La cosa es así: empieza a salir con uno, se
enamora, y da un prometedor futuro de felicidad. “Oh, mi hombre, gracias
por quererme siendo fea”, “no sos fea, sos como los primeros rayos de
sol de la primavera, radiantes y llenos de vida”. Gil.
Cuando ella
se aseguraba de tenerlo bien enamoradito y agarrado de las pelotas
empezaba a dejarlo. “Estás bien loquito, medio psicótico, busco otra
cosa. Ninos.”
Una noche tuvimos una idea: hacer radio. Y así nació FM Intrasueño. Tenía su cortina musical y todo:
“Con pintadas que tiñen su piel,
ojos dorados que detienen el motor,
y una voz gruesa que cuenta
lo que pienso.
(Y, el general escondido tras el velo...)
Vuelta acá, despertar con luz azul
y mucho invierno.
Todo en perfecto silencio,
se corta el sueño.
Sabiendo que es sólo un momento.
Ojos miran fijo, tras el velo...
(dan interés, no temor...)
Y una voz gruesa que cuenta
lo que pienso...
Los engranajes dando cuerda...
la FM del intrasueño...”
Hablábamos de actualidad y cada uno tenía una columna con su
especialidad. El Dr. Sina hablaba de salud, la loca de los novios de
amor (aunque solía opinar de todo, ya que creía saber de todo), el
General (sin nombre) trataba sobre el panorama internacional y el viejo
Gómez de lo que podía. Yo era el conductor y lo hacía bastante bien pese
a que nunca había conducido ningún programa.
Tuvimos éxito, pronto se corrió la bola del programa y aparecieron marcas con ganas de publicitar en nuestras tandas.
Ellos estaban chochísimos, yo feliz porque el programa crecía, pero no
tanto por la plata de los sponsors porque el dinero en ese mundo no es
el mismo que el que usamos nosotros, y ya no quedan casas de cambio para
poder traerme alguito.
Me propusieron abrir una caja de ahorro en
el banco del más allá, cosa de juntar lo que gane para cuando esté
retirado de esta vida. Una especia de seguro para, el día que no esté en
este mundo, tenga unos pesitos para empezar algún proyecto. Dicho y
hecho. El futuro está allá.
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