Salpicás por varios lados
muestra gratis de lysoform,
la probabilidad del más pequeño
no gana sólo por azar.
Lucecitas de colores
sobre el polarizado,
y en el interior, las flores marchitas
se esconden debajo del polvo.
Un poco de fiebre sentís
(aunque nunca enfermás),
el precio a convenir,
las ideas sin pensar.
Las palabras se quedan,
no importa nada más.
Gracias ángeles, de verdad,
ahora es mi turno de volar.
martes, 27 de noviembre de 2012
martes, 20 de noviembre de 2012
El escombro
Vacío, pesado.
El gato del vecino anda llorando por los techos que son golpeados por una brisa adormecedora que alivia el calor.
Una noche de quietudes, un día ha pasado y junto a él la nada. Sólo ideas de caminos indebidos, de particulares tempestades entre líneas que se enciman sin dirección.
Una virtud debería encontrar pero sólo el eco resplandecedor, de esta calma horrible que no entiende el pasar de los días, me abraza.
La odio. Odio su olor y su falsa paz. Mi grito en silencio, en voz baja, las mañanas perdidas, los soles apagados, el escombro flotando dentro de mi, tan libre y liviano, pero tan pesado de quitar.
domingo, 18 de noviembre de 2012
jueves, 15 de noviembre de 2012
martes, 13 de noviembre de 2012
Marquitos (o No soy un psicótico)
Con todo el desencanto posible, veo caras largas todo el
tiempo, en todos lados, caras con gestos misteriosos. Nuevas tendencias de ser
alguien. Espectros nuevos en la retina de esas caras largas. Quizás sea la moda
nueva. Quizás sólo sea un poco de competencia eterna. Nada raro hoy en día, en
este instante, en este preciso segundo, pensándolo bien somos todos unos
exitistas de mierda, que tenemos miedo de ser menos que aquél infeliz y
envidiamos al que tiene cara contenta y ríe de la vida, sin más que teniendo un
despertar hacía un nuevo día, lleno de rutina y obviedades.
No nos precipitemos, usted puede estar en total estado de
relajación al leer estas simples líneas, estimado lector, pues comprenderá que
yo no soy un psicótico. Simplemente le diré que soy Marquitos, así me dicen mis
amigos, o los que supongo que son mis amigos. No soy desconfiado, pero creo que
por algo se me acercan, sino qué motivo encontrarían, estos muchachos y
muchachas para ser cercanos a mi normal comportamiento, el mismo que no puede
dar mucho más que la normalidad absoluta. Soy aburrido, pero no soy un
psicótico.
Estar en prisión no está bueno, a uno hace que se le aflojen
a veces algunos tornillos cerebrales, y se le achique el corazón a un tamaño
similar al de un ojo, como ese que me mira constantemente. Detrás de su
monitor. Me inspecciona y me sigue vigilando, emulando a las mas costosas cámaras
de vigilancia (creyendo que siendo costosas son de mejor calidad), no puedo
apartarlo. Me dice sin decir nada que no hay dónde huir, me lo dice en un
idioma que no comprendo bien, que no es familiar a mi oído, pero lo entiendo
perfectamente con el simple movimiento de parpados. Entenderá, usted, estimado
lector que estamos hablando del idioma más universal del mundo, ese que se
podría llamar telepático. Que se guía por sonidos fríos que ingresan por la
cabeza, escarbando hasta llegar al cerebro y así hacernos entender que su
mensaje es directo.
La desgracia de este relato que le cuento es que al no estar
psicótico, me llega todo con un poco de interferencia. Entonces, puedo decir que
por ahí perdí un amigo importante, el verdadero amigo, en ese ojo maldito que
mira y vigila sin descansar. Quizás sea algo así como un dios. Digo algo así,
porque creo que yo me acerco mas a esa posición divina. Ya que, como usted habrá
entendido lector, todo gira en torno a mí. Como los astros al sol, el dios sol,
que todo ve e ilumina. Aunque, el que mas ve acá es ese ojo, gigante y
vigilante. Perdí otro amigo, me hizo creer en la confianza de la amistad, y
terminó por burlarse de mi buena voluntad de creerlo tan importante en la vida.
Por eso no tengo amigos, y los pocos que tengo creo que son por conveniencia,
pero recuerde que no soy desconfiado, y claro está, que no soy un psicótico.
lunes, 12 de noviembre de 2012
Yo sería un héroe
Se robó algunas partes de mi cerebro, el desgraciado. Fue
tan veloz, tan tenebrosamente veloz, el desgraciado. Sólo basto una pequeña
distracción, cuestión de segundos para que el desgraciado lleve adelante su
acto diabólico. Que condenado y buen observador, pues se llevó la parte mas
interesante que tenía. La que yo mas utilizaba, la única que necesitaba. Me dejó
en la calle, me dejó sin nada, el desgraciado.
¿Para qué llamar a la policía? Si seguro ya esta en otro
país, en otro continente, quizás en otro mundo, o quizás en su guarida. Y ¿Qué
me queda? La frustración. La angustia de saber que se llevó el recuerdo más hermoso
que podía tener, el que daba sentido a mi vida, y ahora estoy como un perro
doméstico, liberado en mitad de una calle que jamás vi. Con el olfato perdido y
la mirada ciega.
¿Cómo seguir sin pasado? Volver a tropezar con las mismas
piedras, quizás con el mismo desgraciado. Daría cualquier partícula de mi
cuerpo o el brillo de mi alma para tenerlo cara a cara y preguntarle simplemente
“¿Por qué?”. Le rompería la cara en mil pedacitos, y esos pedacitos en mas
pedacitos, y así hasta desintegrarlo, que no sea mas materia, que no sea mas
que un rumor de alguien que fue y deja de ser para convertirse en lo que
mereció ser siempre. Un montón de vacío, y así librarnos de este desgraciado. Yo, entonces, sería un héroe. Seguro me colgarían mil medallas, y saldría con las mujeres mas lindas del mundo, y me ofrecerían todo el whisky de Irlanda (gratis).
domingo, 4 de noviembre de 2012
sábado, 3 de noviembre de 2012
Fugas
Me escapo volando,
sin mis alas.
Me duermo en los sueños
de otra alma.
Hoy voy y vengo,
y cuando vuelvo
ya me estoy yendo,
y miro el alba.
Me prendo a tu escote,
me pierdo en la noche,
me duermo en mi cama,
sueño con el alba.
Salgo despacio,
midiendo miedos
y vuelvo siendo
de quién todos escapan.
Aplaudo al sol que canta,
creo en el viento,
que todo alejará mañana,
y me alegro si te veo la cara.
sin mis alas.
Me duermo en los sueños
de otra alma.
Hoy voy y vengo,
y cuando vuelvo
ya me estoy yendo,
y miro el alba.
Me prendo a tu escote,
me pierdo en la noche,
me duermo en mi cama,
sueño con el alba.
Salgo despacio,
midiendo miedos
y vuelvo siendo
de quién todos escapan.
Aplaudo al sol que canta,
creo en el viento,
que todo alejará mañana,
y me alegro si te veo la cara.
viernes, 2 de noviembre de 2012
Conversaciones complicadas
- ¿Dónde está tu sonrisa?
No sé.
- ¿La perdiste?
No sé.
- ¿Qué sabés?
No sé.
- Qué no sabés?
No sé.
Sólo sé que hace tiempo algo era distinto, un poco de
inexplicable esperanza había, mal que mal, en todo lo que yo hacía o me
rodeaba. Y de pronto se perdió. Un día simplemente desperté y me encontré con
vos, preguntándome, desde lo más profundo de mi ser, como un eco de mi voz,
todo el tiempo cosas que no podría responder con exactitud, pues son la gran
deuda que llevo conmigo mismo, mientras transpiro toda esta situación de olvido
y despojo hacía la fascinación propia.
- ¿Te aman?
¡Eso sí que lo sé! Y la respuesta es no.
- ¿Te amaron?
No sé, pero puedo suponer que no.
No me creas pesimista, eh. Simplemente, respondo rápido
porque ya me hice esa pregunta hace tiempo, antes de que seas mi inseparable y preguntón
amigo.
Permitíme decirte igual, que a pesar de que en cierto modo
te estimo, me pareces un mala leche. ¡Sí! Aunque te quedes callado. Porque me
preguntás cosas que no sé y que además sabés que me hacen mal.
Es obvio que esa ignorancia hacia los conocimientos mas
esenciales de la vida de uno mismo, debería conocerlos. Pero me tomás por
sorpresa (por eso pienso que sos un poco mala leche), disparando esas preguntas
como balas milimétricamente colocadas en la sien, para dejarme pensando en esas
cosas que debería saber y me recuerdan algunos desdichos de mis días vividos.
¿Vos qué pensarías de mi, si te preguntara todo el tiempo
cosas que no te agradan?
- …
Tu silencio me da la razón.
- ¿Cómo sabés que no te aman?
Pues, aquí me ves, hablando con vos. ¿Te pensás que
estaríamos hablando ahora mismo vos y yo, si tuviera un amor, con quien decir
pelotudeces hasta quedarme dormido?
Hablando de eso, me voy a dormir (si puedo). Porque vos ya
me cagaste la noche, con todas tus preguntas dolorosas e hirientes como
disparos. Son las 5. AM, y la tormenta me despertó del sueño que venía
transcurriendo.
- ¿Qué soñaste?
Otra vez vos, por lo que veo, no dormís un carajo. Soñé con
algo que pasó hace mucho tiempo, pero con ciertos cambios inesperados, ilógicos
como suelen ser los sueños.
Es primavera, de noche, estoy en un sitio de luz tenue,
mirando la más hermosa mujer del lugar. Me mira, me sonríe, yo también a ella.
Me seduce con la mirada, y su constante juego de manos con su pelo. Dibuja
corazones obscenos con los restos de cerveza sobre la mesa.
Empiezo a sentirme valeroso, me entusiasmo con mi
entusiasmo. Me la empiezo a creer un poco. La amo. Y me sentía deseado por
ella. Tomo un trago largo mirándola mirarme. Me levanto, sé bien el objetivo,
ya calculé por dónde empezar a comerle la boca, sigo adelante y se vuelve todo,
a medida que me acerco, lento. Muy lento. Cámara lenta y sin sonido. Blanco y
negro. Ella mira (sensual como siempre) buscándome o buscando algo. Me paro
frente a ella y no me ve, no me percibe. Soy invisible de golpe. Prende un
cigarrillo y me tira el humo en la cara, como si no estuviera, como si nunca
hubiera existido, como si fuera aire, como si fuera tan solo la nada misma.
Secuencias similares me pasan, en el mismo sueño.
- ¿Qué pensás del sueño?
Lo que está más que claro. Que soy invisible, no tengo el
final deseado nunca. Que en el momento de que pase algo, nunca pasa nada y el
silencio llena toda la trama con su ruido de soledad.
- Me tenés a mi.
Si pero vos a veces me aburrís, siempre metiéndote donde no
te importa, además no sos mas que un eco.
- Si, pero soy tu eco. Soy lo que pensás, aunque no quieras
hacerlo, soy el que tiene que escarbarte con las preguntas que no te animás a
hacerte. Soy el que muestra lo que no querés ver.
¡Basta! Sos mi yo inventado. Sos mi yo cómplice de mis
tormentos. Mi imaginación equivocada. El sonido frío del silencio. Sos mi otro
yo, que quiere quedarse con la otra mitad. El todo incompleto. Lo que preguntás
es lo mismo que te preguntás a vos mismo al ver que no me podes ‘tenernos’ del
todo.
Es tu deseo y tu fracaso. Tu cruz.
Empiezo a agitarme, a toser, me falta el aire, me tambaleo
de aquí para allá. Maté mi otra mitad, no estoy mas entero, me falta una parte.
Conciencia.
Los peritos dirán que fue una muerte súbita. Ni un crimen,
ni un homicido, ni nada. Pero soy un criminal. Soy mi propio asesino.
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