martes, 20 de noviembre de 2012

El escombro


Vacío, pesado.
El gato del vecino anda llorando por los techos que son golpeados por una brisa adormecedora que alivia el calor.
Una noche de quietudes, un día ha pasado y junto a él la nada. Sólo ideas de caminos indebidos, de particulares tempestades entre líneas que se enciman sin dirección.
Una virtud debería encontrar pero sólo el eco resplandecedor, de esta calma horrible que no entiende el pasar de los días, me abraza.
La odio. Odio su olor y su falsa paz. Mi grito en silencio, en voz baja, las mañanas perdidas, los soles apagados, el escombro flotando dentro de mi, tan libre y liviano, pero tan pesado de quitar.

1 comentario:

Pluma Roja dijo...

Tan libre y liviano como el mismo gato.

Interesante.

Saludos.