Con todo el desencanto posible, veo caras largas todo el
tiempo, en todos lados, caras con gestos misteriosos. Nuevas tendencias de ser
alguien. Espectros nuevos en la retina de esas caras largas. Quizás sea la moda
nueva. Quizás sólo sea un poco de competencia eterna. Nada raro hoy en día, en
este instante, en este preciso segundo, pensándolo bien somos todos unos
exitistas de mierda, que tenemos miedo de ser menos que aquél infeliz y
envidiamos al que tiene cara contenta y ríe de la vida, sin más que teniendo un
despertar hacía un nuevo día, lleno de rutina y obviedades.
No nos precipitemos, usted puede estar en total estado de
relajación al leer estas simples líneas, estimado lector, pues comprenderá que
yo no soy un psicótico. Simplemente le diré que soy Marquitos, así me dicen mis
amigos, o los que supongo que son mis amigos. No soy desconfiado, pero creo que
por algo se me acercan, sino qué motivo encontrarían, estos muchachos y
muchachas para ser cercanos a mi normal comportamiento, el mismo que no puede
dar mucho más que la normalidad absoluta. Soy aburrido, pero no soy un
psicótico.
Estar en prisión no está bueno, a uno hace que se le aflojen
a veces algunos tornillos cerebrales, y se le achique el corazón a un tamaño
similar al de un ojo, como ese que me mira constantemente. Detrás de su
monitor. Me inspecciona y me sigue vigilando, emulando a las mas costosas cámaras
de vigilancia (creyendo que siendo costosas son de mejor calidad), no puedo
apartarlo. Me dice sin decir nada que no hay dónde huir, me lo dice en un
idioma que no comprendo bien, que no es familiar a mi oído, pero lo entiendo
perfectamente con el simple movimiento de parpados. Entenderá, usted, estimado
lector que estamos hablando del idioma más universal del mundo, ese que se
podría llamar telepático. Que se guía por sonidos fríos que ingresan por la
cabeza, escarbando hasta llegar al cerebro y así hacernos entender que su
mensaje es directo.
La desgracia de este relato que le cuento es que al no estar
psicótico, me llega todo con un poco de interferencia. Entonces, puedo decir que
por ahí perdí un amigo importante, el verdadero amigo, en ese ojo maldito que
mira y vigila sin descansar. Quizás sea algo así como un dios. Digo algo así,
porque creo que yo me acerco mas a esa posición divina. Ya que, como usted habrá
entendido lector, todo gira en torno a mí. Como los astros al sol, el dios sol,
que todo ve e ilumina. Aunque, el que mas ve acá es ese ojo, gigante y
vigilante. Perdí otro amigo, me hizo creer en la confianza de la amistad, y
terminó por burlarse de mi buena voluntad de creerlo tan importante en la vida.
Por eso no tengo amigos, y los pocos que tengo creo que son por conveniencia,
pero recuerde que no soy desconfiado, y claro está, que no soy un psicótico.
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