No pensaba en nada,
nada más que lo que
acostumbraba a pensar.
No sabía que había
miel para mi angina,
celeste a mi ceguera,
fuego a mis grises,
aluvión a mi desvelo.
Ahora hay moscardones
en mis oídos,
despertares en lo sueños
y sueños incompletos
en los vacíos llenos
de historias sin terminar.
Se pierden luchas que
ni siquiera se dan
tiempo de abandonar.
Y yo, quise contar
luces naranjas,
antes de volver a
apagar la luz.
2 comentarios:
Me ha gustado mucho. La ambigüedad de lo inacabado.
Me gusta aceptar que no hay finales en las cosas.
Un besote de nuevo...
Muchisimas gracias!
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