Se pasa el tiempo en estos meditabundos episodios. Sórdidos
entre otras tantas cosas, cosas negativas, y poco diferentes a las alocadas
inyecciones de una mentirosa amistad. Pero este protagonista, cansado de ser el
hueco de la oscuridad misteriosa que acentúa estos episodios, sórdidos, entre
otras cosas, como bien dije antes, se vistió de lujo barrial, es decir, nada
elegante para salir a ese mundo que se le hacía esquivo, o al menos él creía de
esa forma.
Las luces del sol, rayos se podría decir, que son como luces
que llegan como flechas de algún ángel molesto y tormentoso, nada blanco de ropas,
más bien demoníaco y cruel, hizo ver la diferencia entre la luz artificial y la
luz convulsionada de la naturaleza que solo siente tanta energía en el exterior
de su propio ser.
Leyendo el cuento eterno de su profunda mediocridad, él
se desvirtúa en esos pequeños lapsos de personas que olvidan cientos de cosas o
momentos triunfalistas, para sumergirse en los pocos conceptos de la
desmaterialización de la alegría como único dominio del alma.
Más tarde hubo un encuentro.
¿Cómo te llamas?
- Me llamo Bárbara y no tengo nada de espectacular.
Yo me llamo “el protagonista” para estos lectores y no sé qué
mierda hago acá.
- Estas acá para que yo me de cuenta que no estoy tan mal,
porque no hay nada peor que no saber para que carajo estoy. Mi baja autoestima
es otra cosa, es otra historia.
Wow! Hice algo bien, entonces, te mostré algo bueno en vos.
Me tengo que ir Bárbara.
Luego del beso de despedida, el protagonista, caminó dos, tres pasos sin
pensar en nada, al cuarto pensó: loca de mierda.
2 comentarios:
ey! distinta quizás...beso!
Un placer leerte:)
Besos!
=) HUMO
Publicar un comentario